Había una vez, dos amigas desde que tienen memoria, C y A*, estaban desafiando los límites del sueño para terminar unos trabajos de Redacción I. Vivían a 10 cuadras una de la otra.
Esa misma noche, a C se le cortaba la luz a cada rato, y parecía que nunca iba a poder encontrar la luz al final del túnel para terminar, también resulta que no tenía más tinta en su impresora, por lo que A*, le ofrece la suya para imprimirle los trabajos, junto con los de ella, al día siguiente apenas se levante, así los podían entregar a término. Mientras A*, lee unos apuntes, se da cuenta que se le llenó de sangre la cabeza de tanto aguantar, por lo que decide sacar de su mesita de luz, una sanguijuela mutante que le habían regalado para su cumpleaños nro. 18 (llamada Fluffy); y se retira a dormir, avisándole a C que le mandara los trabajos por mail y apenas se levante, se los imprimía junto con los de ella.
A la mañana siguiente 6:30 en punto, A* se levanta y lo primero que hace es sacarse a Fluffy y enciende su pc para revisar su correo electrónico, efectivamente C, le había mandado los trabajos. Procede a abrir los archivos para imprimirlos y el hada madrina de la BdV decide hacerle una visita matutina muy inusual... sin que la viera, le espolvorea un polvito mágico especial, llamado SAL y mientras se ríe pícaramente, desaparece sin dar rastro alguno de su presencia. En ese instante, la luz en la casa de A* decide desvanecerse, con lo que ella golpea fuertemente su escritorio y comienza a hablar en puteo a unos decibeles tan altos como el mismísimo Everest. Ese sería el comienzo de un gran día...
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